La visibilidad es un viaje personal de adentro afuera que nos permite transformar nuestras vidas. La poeta y ensayista Audre Lorde escribía que la visibilidad nos expone, nos convierte en seres vulnerables, pero que esa vulnerabilidad es a la vez la fuente de nuestra fortaleza. Es importante, como asegura Lorde, que convirtamos nuestro silencio en lenguaje y en acción, dos poderosas herramientas de progreso personal.
El lenguaje
El lenguaje es transformador. Las palabras nos acercan a los demás, tienden puentes, pero a la vez nos permiten construir nuestra propia narrativa. Esa narrativa que se alimenta de nuestra experiencia, de nuestra memoria personal, hace posible que vivamos una vida coherente con lo que somos. No creo que escojamos nuestra orientación sexual, pero si creo que escogemos vivir una vida coherente con ella. Hablar o no hablar es una elección que depende de cada persona y de sus circunstancias. Pero debemos escoger bien, porque esa elección nos permitirá poder vivir nuestras vidas de manera natural y fluida. Las cosas más importantes deben ser dichas, aun corriendo el riesgo de que nos dañen, porque sus efectos son benéficos. No debemos imponernos tiranías que nos asfixien y nos limiten.
Revelar nos expone y eso siempre trae sus riesgos. Pero escoger callar nos deja a solas con nuestros miedos. Miedo a la censura, al juicio, al rechazo, a decepcionar a quienes queremos. En los silencios, nos enfrentamos a esos miedos por encima de cualquier otra cosa. Los alimentamos y les concedemos una importancia mayor de la que tienen en realidad. Cuando esos miedos ven la luz, pierden mucha de la fuerza que tenían mientras callábamos.
La acción
Junto al lenguaje, Audrey Lorde reivindicaba la acción, que es la gran posibilitadora, el campo en el que desplegamos lo que somos. Como diría Borges, es el jardín de los senderos que se bifurcan. Detrás de cada acción, hay una forma de vivir que trata de ver la luz. Hacerlo posible implica que en muchas ocasiones tendremos que armarnos de valor. Ese valor no requiere de grandes demostraciones, sino de acciones pequeñas realizadas a diario. Cuantos más actos de valor decidamos emprender en cuestiones que parecen poca cosa, más ira creciendo nuestra reserva de valentía, nuestro coraje personal. Cuando escogemos dar un pequeño paso, decir algunas palabras, reivindicar cosas minúsculas en las oportunidades que se nos presentan diariamente, estamos aumentando nuestra bolsa de valor. La existencia, como decía Victor Frankl, nos reclama continua e incesantemente. La vida nos pregunta, y respondemos con nuestra propia vida. Ojalá esas respuestas nos ayuden a ser quienes queremos ser.
Hay muchos silencios que romper. Es importante que despertemos a la vida que nos gustaría vivir, a la que nos es propia y particular. Tenemos que creer seis cosas imposibles antes de desayunar, como aquel personaje de la Alicia de Lewis Carroll. Y que una de esas cosas imposibles sea que podamos vivir con naturalidad el hecho de ser mujeres que aman a otras mujeres.
La visibilidad
Ademas de un viaje personal, la visibilidad es palanca de transformación social, porque nos permite construir referentes que puedan ayudar a otras personas. Permite dar a conocer la variedad que existe dentro de nuestra comunidad. Sus voces diversas y particulares. La visibilidad rompe con la falsa imagen de homogeneidad. Y permite poner en valor lo que se esta haciendo en diferentes áreas, lo que estamos construyendo y aportando en diferentes ámbitos.
Tenemos mucho que celebrar este 26 de abril, día de la visibilidad lésbica, y mucho que agradecer a quienes se expusieron en el pasado, a quienes escogieron visibilizarse, para poder hacernos la vida un poco más fácil a las demás.
Reflexión de Maria Teresa Rodriguez de Castro. Vicepresidenta de LB Talks.