En los salones de la Calle de las Infantas se conspiraba entre conferencias y tazas de té (…) El Lyceum Club no era una reunión de mujeres de abanico y baile. Se habían propuesto adelantar el reloj de España
(María Teresa León, “Memorias de la Melancolía”).
El 28 de noviembre de 2019, gracias al apoyo del Ministerio de Cultura y Deporte, presentamos oficialmente en Madrid la asociación LB Talks en la Casa de las Siete Chimeneas, que en su día fue una de las sedes del Lyceum Club Femenino. Desde LB Talks, nos gusta pensar que tratamos de continuar con su espíritu, de manera humilde y animosa.
María Teresa León hablaba de que las mujeres del Lyceum conspiraban para adelantar el reloj de España…Y lo querían hacer desde la reforma de las leyes, tan injustas para las mujeres por aquel entonces. Desde la educación (a sus conferencias y cursos se unió la labor de la “Casa del niño” para ayudar a las familias sin recursos). Desde la cultura (las artistas, a las que no se cedían espacios para presentar su obra, podían hacerlo ahí. Se exponían obras artísticas, se realizaban obras de teatro, se tocaba música, se debatía y aprendía sobre arte… Contaban con una voluminosa biblioteca). Las socias del Lyceum creían en la educación como herramienta de transformación personal y de cambio social.
El Lyceum sigue el espíritu feminista europeo
El Lyceum, que nació a imitación de otros europeos, buscaba, combatir el rol del “ángel de hogar” que se atribuía a las mujeres en aquella época. Se alababa su dulzura, su generosidad y su capacidad de sacrificio para que no abandonasen el único sitio que se les permitía ocupar, el de la intimidad de sus casas. El lugar que les correspondía, por decreto
La escritora María Lejárraga (que publicaba su obra con el nombre de su marido, Gregorio Martínez Sierra, como tantas otras) tenía muy presente que los primeros clubs fundados en Norteamérica, que tanto habían hecho por la emancipación de las mujeres, eran clubs de estudio y de lectura. Y quería que hubiese alguno así en España, un lugar que significase “un rincón con un poco de lumbre, silencio y muchos libros, donde las mujeres pudiesen aprender por su cuenta algo de lo mucho que ni la familia ni el Estado se han preocupado de enseñarles” (“Carta a las Mujeres de España”).
El Lyceum fue muy atacado desde su inauguración. Isabel de Oyarzábal, que llegó a ser Vicepresidenta, decía que “era el único lugar en Madrid donde se podía respirar, lo que hizo que tuviera mala reputación”. Sus socias fueron etiquetadas de «criminales», «liceómanas», «ateas», «excéntricas» y «desequilibradas». Se consideraba el club como un «casino femenino» lleno de «mujeres jugadoras» porque había una sala para jugar a las cartas. Les llegaron a acusar de tener un fumadero de opio. “Si fuera verdad lo del fumadero no tendríamos ánimos para organizar tanta cosa. ¿No te parece?”, le comentaba en una carta la poetisa Ernestina de Champourcin a su amiga Carmen Conde, entre divertida y hastiada. El trabajo de sus seis secciones (social, de música, de Artes Plásticas e Industriales, Literatura, Ciencias, Internacional, y especial Iberoamericana) levantaba sospechas. Las abogadas del Club (Victoria Kent, Clara Campoamor y Matilde Huici) tuvieron que defenderlo ante los tribunales.
¿Había lesbianas en el Lyceum?
Algunas de las socias del Lyceum amaban a mujeres, aunque no podían vivirlo con la libertad que les hubiese gustado. En posteriores entregas espero poder hablaros de la novela “Oculto sendero”, que Elena Fortún no se atrevió a publicar en vida. De Victoria Kent y su vida compartida en el exilio con la hispanista Louise Crane. De las memorias de Victorina Durán, que vienen a recoger el testimonio de quienes “eran así” (forma eufemística de definir a quienes amaban a personas de su mismo sexo). Para estas mujeres, como para otras como ellas, los espacios culturales les permitieron vivir su vida con una mayor amplitud y libertad que los círculos cerrados en los que se movían. Y, sobre todo, escapar de la tiranía del hogar. El único espacio que les estaba permitido. Si ese espacio no coincidía con sus aspiraciones ni las colmaba, ¿qué podían hacer?
Además del Lyceum de Madrid, hubo en España un Lyceum en Barcelona. Y hubo más en ciudades como La Habana, o Londres, club este último que inspiró a los clubes españoles. Todos ellos fueron espacios fundamentales para el avance de los derechos de la mujer.
El círculo mítico de Safo, construido en torno a la poesía, la danza, el canto, o la música; el círculo de Bloomsbury, al que pertenecieron Virginia Woolf y Vita Sackville West; el círculo de la “Rive Gauche”, con el salón de Natalie Clifford Barney; o el Círculo de Costura al que pertenecieron actrices míticas del Hollywood clásico fueron ejemplos de círculos culturales que permitieron que se viviese fuera de la intimidad del hogar y de forma relativamente abierta relaciones que no se aceptaban socialmente. Así fue hasta que las mujeres en general, y las lesbianas y bisexuales en particular, conquistaron el espacio público, lo reivindicaron como algo que también les pertenecía. En LB Talks, nos gusta pensar que de alguna manera continuamos con esta herencia, construyendo desde la cultura y las ganas de compartir y aprender espacios que nos mejoren a todas y que aporten valor. Tratando de dejar el mundo un poco mejor de lo que lo recibimos.
Ahora que volvemos a escuchar voces que nos señalan cuál es nuestro lugar, el de la intimidad del hogar (del que no debemos salir para molestar a otros); ahora que muchos nos señalan las cuatro esquinas de nuestra casa, para que regresemos a ella, reivindiquemos el aire que circula, los besos al sol, los espacios abiertos.
En el siglo XIX, Constantino Kavafis publicó este poema:
Por todo lo que hice y dije
que nadie intente descubrir quién era.
Un obstáculo torcía
las acciones y estilo de mi vida.
Había a menudo un obstáculo
que al empezar a hablar me detenía.
Por mis acciones más inadvertidas,
mis más velados escritos,
sólo a través de ellos quiero ser entendido.
Aunque quizá no valga la pena tal empresa,
tal esfuerzo por descubrir realmente quién soy.
Más adelante, en una sociedad más perfecta,
otro habrá igual que yo
que aparecerá y actuará libremente
Kavafis ansiaba para sí lo que ahora empezamos a disfrutar muchas de nosotras, gracias al esfuerzo y la generosidad de muchas personas que lucharon por mejorar la vida de otros. Actuamos libremente cuando vivimos con naturalidad lo que somos en las calles y espacios públicos. Siendo las personas que queremos ser. Viviendo de manera tranquila y firme la vida que queremos llevar. La que hemos escogido para nosotras. Y compartiendo vivencias y experiencias con otras personas que nos enriquecen. Como recomendaba Wendell Berry, mantengámonos alejados de cualquier cosa que oscurezca el lugar en el que está. Aportemos luz, desde la generosidad y las ganas.
BIBLIOGRAFÍA
-Marina, J.A y Rodríguez de Castro, M.T “La conspiración de las lectoras”. Anagrama, Barcelona 1999
-Kavafis, Constantino. “Poesía selecta”. Edicomunicación, Barcelona, 1999
Texto de Maria Teresa Rodriguez de Castro. Vicepresidenta de LB Talks.