El pasado martes 12 de noviembre estuvimos en la proyección, dentro del Festival LesGaiCineMad de Madrid, de la película “Elisa y Marcela”, dirigida por Isabel Coixet. Tras la película, quienes asistimos tuvimos un coloquio moderado por Jesús Generelo, en el que participaron Isabel Coixet, las actrices Natalia de Molina y Greta Fernández, Brays Efe y King Jedet. La película supuso para mí una experiencia estética, y sobre todo emocional, maravillosa. Surgieron a raíz de ella multitud de preguntas, y sobre todo varios debates de enorme interés.
La película está basada en una historia real, que Isabel Coixet ha fabulado de una forma poderosa con los elementos conocidos de la historia. “Elisa y Marcela” habla de muchas cosas, que surgieron en el debate: las mochilas que llevamos las mujeres a cuestas, la maternidad, los sentimientos de culpabilidad, el amor como sentimiento universal y la fuerza que lo acompaña, la oposición que presenta un mundo reaccionario, la necesidad de dinamitar los géneros…
Legitimar el amor oculto
Hubo un debate concreto que me atrajo desde el principio. Isabel habló del “ansia de legitimación”. Ella contaba que era habitual ver en pueblos gallegos por aquel entonces, como en muchos otros sitios, maestras que vivían juntas. A estas mujeres se les suponía una “relación especial”, que se toleraba en mayor o menor medida. Pero era importante que nunca hicieran manifestaciones públicas de lo que había entre ellas: debían vivir lo que fuese en soledad y entre las cuatro paredes de su casa, y respetar las convenciones. Ese amor no existía, eran amigas y nada más.
A Isabel le atraía contar la historia de quienes deciden ganarse una legitimación que nadie les daba, oficializando su amor a través de un matrimonio prohibido, inaceptable. Natalia hizo hincapié en el acto desesperado de estas dos mujeres para poder encajar en un sistema que las rechaza.
La rebelión de Elisa y Marcela
Tanto en esta película como en otra que acabo de ver, “Retrato de una mujer en llamas”, de Céline Sciamma, podemos encontrar un tema recurrente de enorme interés: la resistencia. Elisa y Marcela se niegan a someterse a un sistema que asfixia su amor; Héloïse rechaza que pinten su retrato para entregarlo al hombre con el que quieren casarla, porque de ese retrato depende que la acepte como prometida. Es su forma de rebelarse a esa imposición. Aunque luego acepta que la retrate Marianne para permitir que vaya creciendo aquello que ha ido surgiendo entre las dos.
En el libro “La resistencia íntima”, Josep María Esquirol habla del resistente. Es la persona que se recoge internamente con coraje, para resistir la dureza de las condiciones exteriores. La resistencia íntima la habitan quienes son capaces de soledad, y la viven como condición de posibilidad. La resistencia íntima, a juicio de Esquirol, es el nombre de una experiencia, y de ella salimos transformados.
La resistencia de las mujeres lesbianas
El viaje que hemos hecho a lo largo de la historia las mujeres lesbianas y bisexuales, y que aún seguimos haciendo, es un viaje de adentro afuera. Primero creamos nuestra “ciudadela interior”, nuestros espacios de experiencia interna, fortalecidos por nuestro trabajo y nuestro desafío, y cuando nos sentimos preparadas, buscamos una visibilización de lo que hemos construido, una presentación al mundo de lo que somos. Cuando Antonia San Juan decía que ella no reivindicaba espacios, sino que los ocupaba, venía a decir que necesitamos construirnos un espacio propio, externo, que nos permita interactuar con los demás desde lo que somos, no desde lo que nuestro entorno nos dictamina que debemos ser. No hay que pedir permiso para ser lo que somos, hay que serlo.
La visibilidad es una opción que nos permite proyectar el mundo interior que hemos desarrollado fuera de nosotras, en lo que hacemos a diario y en nuestras interacciones con los demás. Nos permite conquistar un nuevo espacio que amplíe el que ya habíamos construido a solas, con tenacidad y convicción. Es un reflejo de lo que somos, que multiplica la experiencia porque la enriquece con mayor verdad, con más autenticidad, con la naturalidad que necesitamos para ofrecer al mundo nuestra experiencia.
Y al visibilizar lo que somos, ayudamos a otras personas a vivirlo con naturalidad. Creamos referentes. Los referentes son necesarios porque permiten hacer un viaje de afuera adentro, desde la persona que nos está inspirando hacia nuestro interior, que se verá transformado. Los referentes son importantes porque dan a conocer la riqueza y la variedad de voces que existen en una sociedad, y acompañan el viaje personal que emprenden quienes se sirven de ellos como palancas de cambio. Al sentirnos próximas a otras historias que de alguna forma nos resuenan dentro, nos decidimos a trabajar nuestra propia voz y nuestra forma de estar en el mundo, desde un ejemplo que nos inspira.
BIBLIOGRAFÍA
–Esquirol, Josep María. “La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad”. Acantilado, Barcelona, 2015
Texto de Maria Teresa Rodriguez de Castro. Vicepresidenta de LB Talks.